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La Sumisión moderna

Del Derecho de Pernada al Ascenso Social

Desde tiempos inmemoriales, las estructuras de poder han ejercido dominio sobre las personas, utilizando diversas tácticas para mantener su control y asegurar su posición en la cima de la pirámide social. Una de las manifestaciones más crudas y humillantes de este dominio fue el “derecho de pernada“, un supuesto privilegio que permitía al señor feudal acostarse con la novia antes que el marido. Aunque este acto ha sido ampliamente debatido y no hay evidencia concreta de su práctica generalizada, simboliza la pérdida de dignidad y autonomía de las personas bajo el yugo de un poder superior.

Hoy en día, aunque las formas han cambiado, la esencia sigue siendo la misma. Los círculos de poder ya sean corporativos, políticos o sociales, continúan ejerciendo presión sobre individuos, exigiendo sumisión y conformidad a cambio de oportunidades laborales, subvenciones y otros beneficios. Esta sumisión moderna, a menudo referida coloquialmente como “derecho de piso” o “pasar por el aro”, es una reminiscencia del pasado feudal, donde la dignidad y el valor humano eran sacrificados en el altar del poder y el control.

 

Elementos Comunes entre la Edad Media y la Actualidad

 

  1. Desigualdad de Poder: Tanto en la Edad Media como en la actualidad, existe una marcada desigualdad entre los que tienen el poder y los que no. Esta desigualdad se traduce en una capacidad desproporcionada para dictar términos y condiciones.

 

  1. Sacrificio de la Dignidad: En ambos contextos, las personas a menudo se ven obligadas a sacrificar su dignidad y valores para acceder a oportunidades o beneficios.

 

  1. Control a través del Miedo: El miedo es una herramienta poderosa. En la Edad Media, el temor a represalias del señor feudal mantenía a la población en línea. Hoy, el miedo a perder un trabajo o no obtener una subvención puede llevar a las personas a someterse a demandas injustas.

 

  1. Falta de Autonomía: Tanto en el pasado como en el presente, aquellos bajo el dominio de estructuras de poder a menudo carecen de autonomía, siendo tratados más como objetos que como seres humanos con derechos y deseos propios.

 

  1. Normalización de la Sumisión: En ambos períodos, la sumisión a las demandas de los poderosos se ha normalizado hasta cierto punto, convirtiéndose en una “necesidad” aceptada para avanzar o sobrevivir.

 

La historia, como suele decirse, tiene una forma de repetirse. Aunque las circunstancias y los contextos pueden cambiar, las dinámicas de poder y control a menudo permanecen sorprendentemente consistentes. Es esencial que reconozcamos estas similitudes y trabajemos juntos para desafiar y cambiar las estructuras que perpetúan la sumisión y la explotación. En ese camino nos encontraremos los peregrinos de G3 Radio, La Radio Social mientras que los defensores de la equidad y la igualdad subvencionada están en sus despachos fabricando humo. En las trincheras, donde el hambre se combate con dignidad y no con pleitesías a los órganos de poder económico se le planta cara al sometimiento porque al igual que el ya casi olvidado movimiento #metoo en G3 Radio no aceptamos ser sometidos para alcanzar un papel en el estrellato.

La violación sicológica, según lo explica el Dr. Iñaqui Piñuel, en su libro Amor Zero, es tan desbastadora como la física.

Estas mecánicas tan instaladas en nuestros días intentan normalizar que para poder acceder a determinados “privilegios” sociales hay que “pasar por el aro” con mensajes como “no te conviene” o “si no dijeras eso quizás consigas que te respalden” forman parte del día a día en que las vergüenzas ajenas se tapan con conductas manipulativas intentado como en la edad media, profanar la dignidad de los dignos para que los indignos puedan dormir cómodamente entre sus sábanas de satén carmesí.

En este maquiavélico juego los Richelieu de turno, se han transformado en “prometedores seriales”. Personajes ocupados en generar expectativas a sabiendas falsas, para ganar un tiempo que se les agota en sus manos como la mecha de un explosivo en su seno. Cuando se le reclama a un prometedor serial sobre sus promesas las negará o simplemente dirá que “me vine arriba” desvinculándose de toda responsabilidad de sus palabras, tal y como explica el Dr. Iñaqui Piñuel al definir a los psicópatas sociales.

La verdadera libertad no se mide por lo que se nos permite hacer, sino por lo que podemos hacer sin pedir permiso.

Es hora de cuestionar, desafiar y, finalmente, redefinir las normas que han mantenido y mantienen a personas vulnerables bajo el yugo de la sumisión. Solo entonces podremos avanzar hacia una sociedad más justa, más sensible, más empática y equitativa.

Juan Darío Mercere García

 

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Sumisión moderna
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